Podríamos poner como excusa a la vorágine del deporte, o la desorganización del órgano responsable de coordinar el fútbol argentino. Tal vez, la no sesión de jugadores por parte de clubes locales y extranjeros. O incluso, los resultados deportivos de la Selección argentina, que desde comienzo de siglo que aún no logró sumar ningún título -sólo medallas olímpicas-, para explicar por qué es una de las asociaciones que más seleccionadores tuvo en el siglo XXI; 10 para ser exactos.

La lista comienza con Marcelo Bielsa y desemboca en la actual confirmación de Lionel Scaloni como entrenador del combinado argentino. Pero en el medio hay números, estadísticas, mediciones, aparte de historias de traición, engaño, estafa y energías agotadas, que explican por qué tenemos un técnico cada 1,9 año.

Justamente, el año 2000 se encontró con Bielsa como técnico argentino. El “Loco” armó uno de los mejores seleccionados. Arrasó en las Eliminatorias del Mundial de 2002, clasificando primero y rompiendo el récord de puntos, consiguiendo 43 (12 unidades de diferencia sobre Brasil, el segundo). Pero el Mundial fue su primera puñalada. Soportó la eliminación en primera ronda. Sin embargo, reconstruyó a la Selección y en 2004, más allá de perder la final de la Copa América en forma muy apretada, acabó ganando el oro olímpico en Beijing.

En los números, Bielsa fue el entrenador que más partidos dirigió en este siglo; en 85 encuentros condujo a la Argentina, de los cuales ganó 56, empató 18 y perdió 11. Logró así una efectividad del 70,5% y un promedio de puntos de 1,95 por partido.

Una vez que volvió de Beijing renunció. “Noté que la energía que exige absorber todas las tareas de ser entrenador ya no estaban. Ya no tenía ese impulso”, argumentó el “Loco” en su momento. Pero no era lo único. También influyó su pedido no correspondido por Julio Grondona para protestar ante la FIFA por la no cesión de un par de jugadores que estaban en Europa. Aparte, la relación entre el DT y el presidente de la AFA era prácticamente nula.

El reemplazante natural para encargarse de la mayor, ya que todo lo que tocaba lo convertía en oro con las selecciones juveniles, era José Néstor Pekerman. Estuvo en el banco dando indicaciones en 27 oportunidades y plantó un equipo que ilusionó en Alemania 2006. Pero sólo llegó hasta cuartos, y fue derrotado por los locales en los penales. En su paso ganó 14 partidos, empató siete y perdió seis. Logró alcanzar un promedio de 1,8 punto por partido y una efectividad del 61,9%.

Pero una vez terminado el Mundial, que parece ser el mayor verdugo de los entrenadores argentinos, declaró: “Esto se terminó. Es un ciclo que está finalizado y no voy a seguir”, afirmó rato después de la eliminación en la que se le había reprochado dejar sentado en el banco a Lionel Messi, el genio que empezaba recién a iluminar. “Pekerman y Grondona mantienen una relación cordial, de diálogo permanente y afecto mutuo, pero José tiene muy en claro que no se iba a bancar cuatro años más de este vínculo, con declaraciones que lo dejaron poco menos que ridiculizado”, explicó en 2006 la revista El Gráfico.

Quien tomaría la posta fue Alfio Basile. Era un gran desafío para el “Coco” ya que en su primera experiencia como técnico ganó un Copa Confederaciones y las dos últimas consagraciones argentinas; la Copa América de 1991 y la de 1993. Disputó 28 encuentros con la Selección; salió victorioso en 14 de ellos, empató ocho y perdió seis, incluida la final de la única Copa América que dirigió en este ciclo, cuando perdió con Brasil. La experiencia Basile se cerró antes del final de su contrato. Renunció en 2008, luego de una racha negativa en las Eliminatorias. Siempre Se rumoreó que Lionel Messi y compañía le habían hecho una cama, pero hace muy poco blanqueó: “No me fui de la Selección por culpa de los jugadores. Los dirigentes querían armarme el equipo. No terminé mal, pero tampoco estaba bien como en la época que ganamos todo. Julio había cambiado mucho, no era el mismo de los 90’. Cuando estábamos juntos, él tenía una ferretería y me hablaba de frente. Después se convirtió en un capo de FIFA y las cosas cambiaron”, declaró en ese entonces, tras conseguir un promedio de puntos menor al de sus antecesores -1,75- y una efectividad del 59,5%.

El hijo del “Coco” había publicado en su cuenta de Twitter, según un comunicado de Télam, que Maradona “llamó a jugadores insinuando que él sería el próximo DT de la Selección y que los tendría muy en cuenta”, y fue el detonante para que Basile dé un paso al costado.

Así, el 4 de noviembre de 2008, Diego Maradona se hizo cargo de la Selección. Después de 24 partidos disputados como líder del equipo, ganó 18 y perdió 6. No empató ningún partido. Esos partidos le alcanzaron para llegar a obtener el mejor porcentaje de efectividad de todos los entrenadores del siglo XXI -75%-, y el mejor promedio de puntos (2,25). Aún así, no pudo resistir la eliminación por goleada contra Alemania en cuartos de final de Sudáfrica 2010. Ahí venció su contrato. El Comité Ejecutivo de la AFA votó no renovárselo por unanimidad. Diego había sido desgastado por Grondona, que le había puesto como condición para continuar que excluyera de su cuerpo técnico a Alejandro Mancuso y que se rodeara de otros colaboradores. Él dijo no y su etapa se acabó.

Sergio Batista fue el sucesor del “10”. Pero la Copa América 2011, que se jugó en Argentina, culminó con la Selección diciendo adiós en cuartos de final frente a Uruguay. Después de 17 compromisos como técnico, y con el resultado negativo en el certamen sudamericano, la AFA dibujó una salida elegante. “Batista habló con Grondona por teléfono y dejó a consideración del Comité Ejecutivo librar la acción futura sobre su permanencia al frente de la Selección. Y la Comisión de Selecciones Nacionales ha decidido rescindir su contrato. No fue despedido”, dijo Ernesto Cherquis Bialo, por ese entonces vocero del organismo. Había ganado ocho partidos, empatado seis y perdido tres. El campeón mundial de 1986 consiguió un promedio de 2,14 puntos, y una efectividad de apenas 58,8%.

BUEN TRABAJO. Alejandro Sabella condujo a la Selección a la final del Mundial 2014 de Brasil.

Tras las críticas al “Checho” por su “falta de personalidad en el juego”, fue Alejandro Sabella quien tomó la papa caliente en 2012. Llegó a dirigir 41 juegos, ganando 26, empatando 10 y perdiendo cinco. Y a pesar de ser subcampeón del mundo en Brasil 2014, no quiso renovar su contrato y se alejó de la Selección. “Pachorra” lo explicó así: “Ser DT de la Selección es desgastante, necesitaba un descanso, no estaba para dar lo que exijo. No iba a ser útil para la Selección, porque no iba a poder dar el 100% que les pido a los demás. Si no podés dar el máximo no honrás las convicciones que tenés”, tras conseguir un promedio de 2,20 puntos por partido, y una efectividad del 73,5%.

Tras la renuncia de Sabella, era la hora de traer tranquilidad a la vorágine que vivía la Selección.

Gerardo Martino fue el elegido y aceptó. Manejó a la Selección con templanza. Había pasado por dos Copa América sin derrotas y perdiendo las finales por penales acumulando 29 partidos a cargo de la dirección técnica. Ganó 19, empató siete y perdió sólo tres partidos. Alcanzó un promedio de 2,20 puntos y una efectividad de 73,5%. Nueve días después de la Copa de Estados Unidos y a un mes de los Juegos de Río 2016, el “Tata” pegó un portazo. “Debido a la indefinición en la designación de nuevas autoridades de la AFA y a los inconvenientes para conseguir conformar el plantel que represente al país en los próximos Juegos Olímpicos, el cuerpo técnico de la Selección ha decidido presentar su renuncia en el día de la fecha”, explicó la AFA a través de un comunicado. El caos dirigencial se devoraba a Martino, que además llevaba siete meses sin cobrar.

En medio de la crisis de corrupción que vivía AFA y el fútbol mundial (FIFA), Edgardo Bauza fue elegido por la Comisión Normalizadora para entrenar a Argentina. Después de los ocho partidos que dirigió en las Eliminatorias para Rusia 2018, su gestión padeció diversos temblores. Apenas asumió Claudio Tapia como presidente de la AFA decidió dejar afuera al “Patón”, que había ganado tres, empatado dos y perdido tres. Apenas llegó a un promedio de 1,37 puntos, y a una efectividad del 45%.

“Chiqui” Tapia tomó la primera medida fuerte al frente de la AFA y contrató a Jorge Sampaoli. Le salió el tiro por la culata; el casildense dirigió apenas 15 partidos (incluidos los del Mundial 2018), ganó siete, empató cuatro y perdió cuatro. Después de Bauza es el que menos promedios de puntos sacó en las últimas dos décadas (1,66). Su efectividad: 55,6%.

En la historia más reciente aparece el nombre de Lionel Scaloni, que está llevando adelante el recambio generacional de la Selección. De los nueve partidos que dirigió, ganó seis, empató uno y perdió dos. Tiene una efectividad del 69,5% y un promedio de 2,11 puntos por partido.